Ando más escorpiana que nunca. Debo reconocer que todos los sueños que tuve desde hace un largo tiempo hasta hoy, se están cumpliendo. Siempre el mismo: DNI destruido, viaje por hacer, valija y mucho equipaje del que me deshago, transporte a punto de salir, relojes, tiempo y mucha gente a nuestro alrededor.
Lo importante es que vos ya te me mostraste desnudo, de pies a cabeza, ahora que se exactamente cuánto medís: 2.04 metros de desnudez, de sensualidad pura, dura. Le había calculado mal, me faltaban 14 centímetros de estatura. WOW. Me parece que acá el Monumento, como me llamaste, al final no soy yo.
Ya me distraje, es que no puedo evitarlo. Me parecés un hombre inusitadamente sensual. Tus gustos y preferencias, tu estilo impecable, tu perfume, tu forma de pararte y acomodarte el cinto, de caminar, de sonreír, de pasarte las manos (ufff mejor ni empiezo con las manos) por el pelo, de tu mueca en los labios justo antes de contar una historia para comprarte a la audiencia, de tu mirada. No quiero ni empezar a hablar de tu mirada porque no voy a poder seguir. Jamás antes en mi vida me hicieron bajar la mirada. Sabelo... Lo lograste vos.
Es imposible sostenerte la mirada cuando sentados adelante de todo el mundo me mirás y me desnudás con los ojos y no te importa que te vean, la sostenés hidalgo, con la cabeza bien en alto, decidido, no cedés un centímetro, no te distraes, no te doblegás. Me puse colorada, tuve que bajar la mirada hacia el césped que nos rodeaba, me estaba incendiando, me picaba la ropa. Dos miradas profundas me dirigiste (quizás más pero fueron dos las que cuando te miré te pesqué viéndome), eternas, la primera fue a fuego y un nivel más que apasionada. La segunda fue puro desparpajo. Recordás como reaccioné? me puse más seria que de costumbre, hasta puse cara de pocos amigos. Me estaba muriendo por dentro. Te lo quiero decir.
NO lo podía creer. Me doblegaste. Al día de hoy recuerdo la fecha: 9 de marzo 2019.
Nota de autora: 3 de noviembre 2021, faltaba redacción a mi gusto ese momento, pero ahora lo veo y está perfecto así como está.
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Las palabras nunca son inocentes