30 jul 2020

Luna nueva en Cáncer

"En 45 lunas se van a ver", me dijo una voz suave, mientras estaba en estado de vigilia. Era la mañana de un lunes de luna nueva en Cáncer. Agarré mi celular aún somnolienta y escribí la frase en mis notas para no olvidarla.

Se quemaron hojas en el calendario hasta que llegó el miércoles 2 de septiembre. Ya el domingo a la noche me había llamado para organizarnos. Estaría en casa temprano, "tenemos mucho de que hablar, morocha hermosa", me dijo, dejando entrever una mezcla de entusiasmo juvenil con una seriedad propia del tema que me aventuraba a pensar nos sentaríamos a hablar. Pero como siempre me pasa con él, nunca termino de adelantarme a los acontecimientos.

Llegó puntual y tocó el timbre. Sentí que se me iba el corazón del pecho al escucharlo. "¿Quién es?", "Soy yo Amor".
Ja. "Voy". Pese a que iba bajando en el ascensor sentía que iba subiendo una escalera que me llevaba directamente al cielo. Contradictoriamente, para cuando llegué a PB no caminaba, flotaba.

Estaba parado detrás de la puerta de vidrio, con su metro noventa sonriéndome con todo su ser, con sus ojos centelleando de felicidad al verme. Pensé que me iba a morir allí, "respirá", me recordé. Verlo ahí parado mirándome fijo fue como verlo la primera vez, no podía gesticular, no pude hacer nada más que quedarme quieta observándolo como si fuera un cuadro, mi obra de arte preferida.

Su simple presencia me transporta a un nirvana interminable. Me vio la cara y se rió. No podía dejar de mirarlo, no abría la puerta, lo observaba a través del cristal intentando congelar el momento que esperé tanto.

Abrí en silencio. El primero en hablar, como siempre, fue él: "Hola mi amor.... cuánto te extrañé, no sabés cuántas veces me imaginé acá".

No me importó la gente que pasaba,  ni los vecinos, ni el encargado, estiré mis brazos de repente, lo rodeé y sin mediar ni una palabra, lo besé. Lo besé tanto que me quedé sin aire. Lo besé tanto que su blanca piel cambió de color, y parecía que había salido disparado de adentro de un cohete. Me apretó contra él y me olió el hueco entre el cuello y mi pelo, perdí el sentido de la orientación. Se dio cuenta y me tomó la mano. Por primera vez... ¡cómo explicarlo!

Preparé el mate y nos sentamos a la mesa. No resistió la distancia y me dijo de sentarnos en el sofá. Lo primero que me contó fue sobre su internación, cómo lo vivió, qué sintió y cómo salió de allí con la clara idea que Dios le había dado otra oportunidad y la promesa que la iba a honrar.

- "Te pensé mucho en esos momentos". "Me di cuenta que no estaba dándole el valor a las cosas que debía darle, no estuve presente por mucho tiempo, y te descuidé".
- "Fue duro para mí, no lo voy a negar".
- "Te pido perdón, no fue mi intención lastimarte"
- "Lo se".
- "Uno a vece siente que tiene todo el tiempo por delante y dilata las cosas. Me hago cargo que dilaté mi situación por mucho tiempo, pero bueno, aparte de querer verte también vengo por eso"
- (silencio)
- "Di el paso"
- (no se cómo lo sabía pero lo sabía)
- "Por favor decí algo" me dijo riéndose y pasándome el mate
- "Estoy esperando a que termines", le dije haciéndome la distraída mientras bajaba el termo
- "Soy libre por primera vez en mi vida", dijo e hizo una pausa, dándose cuenta del verdadero significado de sus palabras, "y por primera vez en mi vida quiero hacer lo que realmente elijo hacer"
- "Me da mucho gusto escuchártelo decir, lo merecés".
- "Me voy a mudar al campo, ya tengo preparadas algunas cosas que tengo que llevar, me gusta mucho porque es una cas..."
- (yo sonreía porque me la veía venir pero no dije nada)
- "Me mata cómo me miras"
- "Me mata lo nervioso que estás, creo que es la primera vez que te veo así".
- "Qué tremenda que sos, sabés lo que te voy a preguntar, no?
- "No sería yo si no lo supiera, pero el trato es que lo digas".
- "¿Te vendrías a vivir conmigo", dijo sacándolo de adentro como si lo hubiese tenido atrapado entre sus redes, las mismas que utiliza cuando se va a pescar
- "¿Cuándo?", le pregunté tratando de sofocar el grito de emoción que me brotó del pecho cual quinceañera
- "Cuando vos quieras"
- "Ahora mismo por ejemplo?" le pregunté coqueteándolo
- "¿Te irías ahora mismo?, ¡pero si acabo de llegar!"
- "No voy a pasar ni una hora más sin vos, jamás".
- "Mi vida... ¿entonces es un Sí?"
- "Es un recontra SI, estoy lista", "Puedo llevar mi trabajo conmigo, y con respecto a lo demás, ya lo veremos".

Me abrazó con tanta fuerza que esa frase donde dice que un día te van a abrazar tan fuerte que todos tus partes rotas se unirán de nuevo, cobró sentido, se hizo realidad.

Esperé tanto este momento, y el día llegó, es hoy. 


La Magia existe. 


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Las palabras nunca son inocentes