7 oct 2019

This land is mine

Me animé a escribirte, no quería hacerlo pero moría por hacerlo. No quería hacerlo porque no me gusta presionarte (al resto de los mortales no tengo problema alguno) a vos no me gusta molestarte,  no me gusta decir: "Hola, estoy acá, mirame". No me gusta necesitar de tu contacto porque en el fondo me aterra que la distancia pueda y ya no me quieras más. Temor infundado porque siempre respondés superando y cobijando ampliamente mis inseguridades.

Pero mi amiga (no la del palier) me convenció con un argumento letal que me pegó de lleno. Me dijo que con mi incomunicación deliberada, estaba pensando más en mí que en vos. Que yo no sabía si un mensaje mío podía alegrarte la vida, que no me quedara parada en las puertas de mi balcón esperando que vos lo hicieras todo porque al Universo hay que ayudarlo con pequeñas acciones. Right. Fine.

Lo hice, no terminé de escribirte que vos ya me estabas respondiendo. Se me dio vuelta el corazón. Otra vez quise esconderme debajo de la cama. Me agarró un subidón de emociones, me reí y también me puse a llorar. ¡Menuda tarea la de entrarle al corazón a una persona con la Luna en Capricornio, Dios querido!

En cuestión de segundos me escribiste:

"Hola mi morocha hermosa como estas!!!
Que alegría saber de vos
Que linda sorpresa"

Mi amiga tenía razón al final. Era una sorpresa y te llenaba de alegría el corazón saber de mí. En esas lineas que titilaban en mi celular tenía tanto para decirte y lo único que dije fue, ceremonial y solemne como siempre: "Te pienso todos los días". Como si con eso pudiera abordar siquiera todo lo que siento por vos.

Me dijiste que siempre pensás en mí, cuando viajás en la camioneta y escuchás música en la ruta, cuando tenés un recreo por la mañana en medio de tu terremoto laboral, cuando estás lejos de casa y ves a una persona que se me parece a lo lejos. Estas palabras me enternecieron el alma.

Me di cuenta con esas tres frases que me confesaste, algo que va mucho más allá de ese simple chat:

  • En lo profundo de tu corazón varonil y noble, yo soy tu verdadero lugar feliz. Lo mismo que me pasa a mí. A vos recurro mentalmente cuando quiero sentirme en paz. Me ayudas a vivir (sobrevivir nuevamente) Soy tu lugar seguro y eso me hace sentir con una responsabilidad (hermosa) que excede cualquier otra tarea en mi vida. Soy tu refugio y es mi mayor honor.

  • La música, canal espiritual y de conexión a algo superior, te lleva directo a mí, me pasa igual. 

  • Me buscás o me ves en otras personas, tal y como yo hago inconscientemente. Tal y como sucede a mí cuando estoy en la calle, cuando voy a algún lugar en particular, cuando se me para alguien al lado que mide más de mi metro setenta. Te veo en todas partes. Y que vos me veas a mí en todas partes, me reconforta el alma. La sincronicidad sigue y es real.

                                                           Tres verdades. 

Y una canción que te dediqué. Porque me enamorás todos los días y ayer aún más.

Qué ganas de tenerte acá...

2 comentarios:

  1. En no muy pocas oportunidades, una simple palabra es más que suficiente.

    Saludos y suerte,

    J.

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  2. Muchas gracias José. La suerte que lo creo fortuna del Destino ha sido que la vida nos de la oportunidad de vernos cara a cara. El milagro es ahora lo que debe acontecer luego de habernos reconocido. Para ello me estoy preparando. Gracias por el ánimo. Que tengas un hermoso día.

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Las palabras nunca son inocentes