ÉL♥: "Soy X"
Yo: "X muchas gracias por tu feedback. Ya agendé tu tel. Nos vemos el jueves. Un abrazo" (sutil, no le dije "un beso", siempre correcta y profesional)
♥: "Gracias a vos por tu apertura y claridad (mi nombre, sin apellido esta vez)
Me gustó mucho conocerte (y muchos emojis)"
Yo: "A mi también 😊" (uno sólo, cauta, reservada, midiendo)
♥: "Es el comienzo de cosas buenas vas a ver (mi nombre)"
♥: "Lo presiento"
Yo: "Que lindo y sincero!!! (no lo pude evitar al leerlo entregarse así) Ojalá así sea. Nada sucede porque si y los similares nos reconocemos" (esa frase me bajó en ese instante, nunca antes la había dicho).
Él ♥: "Que tengas un buen viaje y contame como llegasté" (me pareció caballeroso y encantador)
Yo: "Muchas gracias!
Lo haré".
Él: "(emoji de pulgar arriba)"
13 lineas que nos cambiarían la vida, a los dos.
El primer chat que manejamos y ya hablábamos de destino, de lo que nos gustamos, de presentimientos y premoniciones, de felicidad, encuentros, futuro, sensación de complitud y de leernos a través de lo simplemente aparente.
Si me preguntás si alguna vez me pasó esto en mi largo camino, te lo respondo sin necesidad de pensarlo: Nunca.
Ese rayo -que le llaman- que te paraliza y te deja sordo, lo viví en una ciudad lejana a casa, de color verde, sol cálido, apacible y de ojos grandes.
El paisaje más hermoso vislumbrado nunca, el momento del antes y el después en mi vida.
Porque los similares no sólo nos reconocemos, también y agrego hoy:
nos reencontramos
♥
♥
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Las palabras nunca son inocentes