17 may 2019

Sanar

Surfeé mi primer ola grave y grande de celos.
No creí que fuera capaz. Vengo de una historia que lo normal era enojarse y pelear hasta el cansancio mental y físico.

Sentí una punzada fuerte en el pecho, después de mucho tiempo me había olvidado lo que es sentir celos. Qué sentimiento tan ruin, qué mal le hace al corazón los celos, que emoción inútil.

Mi primera reacción fue agarrar el teléfono para escribirle, decirle muchas cosas, alejarlo de mi vida con palabras (soy especialista). Lo segundo fue sentirme "engañada", seguido de la persecución y de otras emociones igualmente de peligrosas y narcóticas.

Resistí, no le escribí, hablé con un amiga. Me di cuenta que de alguna manera y sin quererlo ella misma estaba alentado demonios internos y ahí paré. Respiré, me calmé y me fui a dormir.

A la mañana siguiente, intensa como soy retiré de mi paredes todas sus fotos y las guardé. Contrariamente a lo que parece, me hizo bien. Dejé de a poco ir el agua que no paraba de correr por toda la casa y me entretuve con otras cosas. Pero pensé. Pensé que había sido una gran decisión no haberle escrito, pensé porqué no lo hice y me di cuenta de algo.

No lo hice porque en el fondo se que no es cierto lo que mi mente me quiso convencer. Pero  fundamentalmente no lo hice porque si me pongo en su lugar, a mí no me gustaría que me condenen por ser como soy. ¿Cómo así? (diría mi amiga la colombiana)  Una de las grandes críticas que recibía en mi pasado envuelta en celos es que a ojos masculino (esos ojos) soy: "muy entradora", "muy sensual", "muy simpática"; "muy llamativa", "muy muy muy". Recuerdo que me molestaba esa queja que sabía era producto de los celos y de su inseguridad personal y también recuerdo que me producía una infinita frustración que no supiera a esa altura que jamás lo iba a engañar con otra persona.

Entonces me di cuenta de ese algo. ÉL, es igual a mí. Es simpático cuando quiere serlo, es elegante, es servicial, es encantador... derrama pura energía, derrama su impronta donde está y donde va, pero eso no significa que esté pensando en llevarse a la cama a nadie. Simplemente es así. Abierto a la vida, sin segundas intenciones. Simple y complejo a la vez. Puro.

Pronto los fantasmas se fueron de mi casa. El amor, lo entiendo ahora, es libertad. Si no se siente la libertad, si es sólo una prédica, no es amor. A mí me mueve un mar inmenso de AMOR.
Pronto volví a sentirme bien, salió el sol y se secaron las paredes, el piso, el sofá. Había pasado la primera ola, y gracias a mí misma, a ser coherente con la vida, estoy sana y salva.

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Las palabras nunca son inocentes