11 feb 2019

Cuando lo sabés, lo sabés

¿Creés en las almas gemelas? te pregunté cuando en realidad teníamos que hablar de trabajo.
 Porque era ésa la razón de tu llamado.

"No se si somos almas gemelas, lo que sí se es que desde el primer momento en que nos vimos entre (mi nombre y apellido, una vez más si) y (su nombre y apellido) hubo una conexión y una piel que nadie puede negar", me respondiste yendo directo al hueso, adelantándote a mi pregunta. Y agregaste:

"Lo que sí te digo es que si somos almas gemelas, yo no quiero ser tu hermanito", me dijiste en tono serio.

"¿Qué te hace pensar que serías "mi hermanito"?", te pregunté riéndome.

"Por las dudas, no quiero ser tu hermano, porque si fuese tu hermano no te podría hacer cosas", me respondiste libidinoso. Parecía que le estabas hablando a quien decide qué rol cumple cada quien en el Universo. Me causó gracia, no tenía sentido alguno tu posicionamiento. Hermanos es lo que menos somos. Es verdad que no tenemos una etiqueta pero una hermandad no es la relación que llevamos adelante vos y yo con seguridad. Creo que nadie podría atestiguar lo contrario.

Pero es verdad, desde el primer día que nos conocimos ambos experimentamos una escena que no vivimos ninguno de los dos con antelación. Un reconocimiento, una familiaridad, un rayo que nos atravesó mientras yo hablaba y vos me mirabas y cuando vos hablaste y yo te escuché. Me lo dijiste cuando te declaraste: "Pensé ¿en que momento me encuentra la vida con ella?, te miraba y te buscaba y pensaba... si eras casada... pensaba en invitarte, tenía ganas de charlar con vos, salir a buscarte, sentía que me estaba comunicando con vos de manera sensorial y me gustaba lo que veía, me gustaba tu mirada, me gustaba cuando te acomodabas el pelo, lo firme que te paraste y explicabas y buscabas que te presten atención, que no se distraigan. Vi algo muy fuerte plantado ahí explicando pero también vi una persona hermosa que no era solamente una cara bonita o un cuerpo bonito, sino que tenía consistencia, te dejaba algo y eso es lo que no es normal, y cuando lo vi, salí a buscarlo, sin pensarlo, como un adolescente pero como un tipo plantado que sabe lo que quiere, me gustó lo que ví, una mujer entera".

Y esa misma comunicación sensorial que sentiste, sentí yo. Dicen que cuando "lo sabés, lo sabés". En el momento supe que algo nos estaba pasando, pero a diferencia tuya, a mí me tomó más tiempo verbalizarlo. En hora buena...

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Las palabras nunca son inocentes