25 jul 2017

Uno por Uno

Creo que creer es realmente crear. No es una frase sólo para adornar tazas que se regalan para Navidad o Día del Amigo en un bazar cool, es una frase real.

Ayer lunes te vi, pasaste frente a mi ventana (literalmente hablando y lejos de toda intención de escribir un texto romántico) y no me miraste. Pasaste de largo, como haciendo de cuenta que no existo. No miraste hacia adentro aunque sabías que estaba y yo sabía que lo sabías porque me viste. Pasaste caminando seguro, con una mano en el bolsillo (como siempre) y tu campera negra. Mi amiga me dijo que es la inequívoca actitud del flaco al que no le importas nada y que dio vuelta la hoja. La mandé a la mierda y me senté a almorzar sola mientras masticaba los pensamientos.

Esta vez no lloré al llegar a casa. Ni de cerca. Puse música, bailé un rato algunos temas pegadizos mientras me hacía un té, encendí la notebook, abrí "Mis imágenes" y me puse a ver -uno por uno- los cientos de álbumes que tenemos juntos. Si. Creo que JAMÁS había hecho esto, ni estando con vos, ni en estos casi 16 meses. Nunca antes le había encontrado la necesidad de hacerlo y fue... terapéutico dirían algunos, MÁGICO voy a decir yo.

Cada una de las carpetas mostraba una etapa de nuestras vidas juntos. Todos mis cumpleaños, Años Nuevos, Cumpleaños de amigos en común, cumpleaños de la familia, fotos de día de campo, fotos de los viajes y lugares que conocimos juntos, de findes largos que viajamos, de vacaciones, fotos de mi primer día de clases en la Facultad, fotos de casamientos de amigos a los que fuimos, fotos de cuando adoptamos al sabandija este y era una bolita, fotos de tus cumpleaños con amigos, con familia, fotos de recitales a los que fuimos, fotos con alguien muy especial para los dos que es nuestra mejor amiga. Fotos tomando café helado en el Shopping cuando fuimos vestidos de entre casa y yo estoy tentada. Fotos de cuando empezamos a salir, la primer foto. Y también me encontré VIDEOS. Recordé tu voz, escuché mis risas, escuché las tuyas, escuché nuevamente tus silencios y escuché sobre todo lo que no escuchaba cuando estaba ahí: la inmensidad.

Pero no contenta con todo lo que vi y escuché. Fui por más (como siempre) y abrí mi correo personal. Tipeé tu nombre y me encontré 529 emails que nos enviamos a lo largo de estos años. Y si, tal y como podés imaginar, me puse a leerlos -uno por uno-.

Terminé a las 00.45 desde las 18.30 pm. No cené, no sentí hambre. Me estaba nutriendo de algo que jamás antes le había dado el valor o tiempo que ameritaba.

¿Masoquismo? NO, para nada. Estaba buscando lo que bloquée durante 6 años, si, desde el durante y el después. Y ahí te encontré, y ahí te leí, y ahí te escuché y ahí te vi.

Nunca dejaste de quererme ni aún en los peores momentos. No se porqué viví convencida creyendo lo contrario. Vi cristalino como el agua que estabas loco por mí como yo lo estaba por vos. Fue absolutamente recíproco pero yo no lo veía así en el momento, tampoco veía lo profuso que es el amor que tengo por vos. Claro, no podía compararlo con nada porque siempre estaba a tu lado. El silencio me muestra, mi silencio esta vez me muestra que jamás en la vida sentí esto por nadie. Jamás en la vida dejé documentada mi vida con nadie. Sos tan parte mía como las dos manos con las que estoy ahora escribiendo esto.

Durante todas las horas en las que me sumergí nuevamente en nuestro mundo, volví a sentir todo lo que sentí en esos momentos inmortalizados, me acordé cada palabra dicha antes de las fotos, los diálogos que tuvimos, los olores, recordé los sentimientos y las intenciones en cada línea de emails escrita, las buenas, donde muestran nuestro inicio, el principio de las malas, cuando empezamos a enrarecer el aire. Te juro que creé mi propia máquina del tiempo. Fue REAL.

Me fui a dormir con todo esto en la cabeza. No recuerdo si soñé.

Hoy martes pasaste por mi ventana y no sólo miraste hacia adentro, sino que me saludaste y te sorprendiste con mi saludo enérgico (y abiertamente afectuoso). Abriste los ojos, esos dos ojos llenos de expresividad que tenés, porque es verdad que yo te saludo como si me importara todo un carajo (cuando por dentro me hierve el cuerpo y me explota el corazón)

Yo no se que cambió de un día a otro, pero te aseguro que acá se abrió el Universo. Lo sentí, no hay palabras suficientes en el mundo para dar cuenta de lo que experimenté. Fueron fuerzas más poderosas de las que vos y yo manejamos, de la que la mente puede controlar o comprender.

Acá se abrió una nueva puerta. Te lo aseguro.

Y esto es algo en lo que yo CREO.

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Las palabras nunca son inocentes