25 dic 2012

Confundida,

Te miro y me dan ganas de seguir mirándote.
Hasta que me canso porque te escucho, y bajo la mirada porque ya no quiero escucharte
Quiero verte, como te veía antes.

Pero no te veo, te oigo, y no me gusta lo que cuentan mis oídos.
me aburre, me cansa, me dan ganas de patearte el culo, de decirte cosas horribles.

Pero ya no soy una adolescente. Pienso y mucho antes de hablar. Tal vez nunca fui una adolescente porque nunca dije cosas que no sintiera, a pesar de estar furiosa.

Tenía 19 cuando escribí en mi primera computadora: "Mi Manifiesto en contra del Amor".
Acababa de dejar a mi primer novio. Un novio casi perfecto, pero no para mi idea de futuro.
Escribí "Mi Manifiesto en contra del amor", parafraseando el título del Marx, "Manifiesto Comunista".

Mi compañero de Facultad, mi único amigo varón de estudio se disgustó cuando se lo conté. Hizo caras, lanzó un suspiro interminable. Yo sabía porqué, pero yo no estaba preparada para eso, y hoy sigo sosteniendo tras una década cada renglón.
Aún así lo leyó y escribió el prólogo para mí y mi Manifiesto. Escribió líneas completas, líneas tras líneas que no eran para un lector sino para mí. Para que vuelva a creer en el amor, para que "abriera mis ojos y lo viera". Nunca entendió que yo no descreo del amor, sino que el amor me parece una carga pesada de llevar.

El amor no es algo creado para hacernos sentir completos ni bien.
Leí por ahi que el amor "es como el WIFI, is on the air, pero no todos tienen la clave"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las palabras nunca son inocentes